Berlín Protesta
Mi papá siempre me inculco sobre la puntualidad en las reuniones y ante el inminente paro agrario en el país, decidí viajar un día antes en Bicicleta a la reunión de los campesinos del Páramo de Berlín con la ministra del Medio Ambiente. La hambrienta audiencia escuchó por breves momentos a la ministra quien los tranquilizó y salió corriendo pues arribo cinco horas tarde a una reunión programada con veinte días de anticipación.
Gobernantes Incumplidos. Colombia 2014
Ante el pronunciamiento oficial del gobierno en la delimitación de la nueva cota de páramos del país, los campesinos de la zona de influencia del Páramo de Berlín dedicados al cultivo de papa y cebolla junca hicieron una marcha pacífica por las calles de Bucaramanga hasta la Gobernación de Santander el pasado 9 de abril. El gobernador de Santander Richard Aguilar se comprometió ante miles de campesinos a hacer una reunión con la ministra del medio ambiente en el páramo el día 30 de abril ante lo cual los desolados marchantes sin respuesta aceptaron de manera incondicional, veinte días más para resolver sus inquietudes e incertidumbres ante la expropiación o prohibición de cultivar sus ancestrales tierras, con un ofrecimiento irrisorio de $ 18.000 pesos mensuales (9 dólares) por cuidar una hectárea de paramo no cultivado y conservado. Ante esta serie de ofrecimientos, la mayoría de campesinos que venden ruedas de cebolla de 35 kilos a escasos $ 5.000 cuando hay sobre oferta en Aquitania (Boyacá) creen que esto es cosa de políticos, que buscan proteger a los cultivadores Boyacenses a expensas de la nueva ley de paramo que los sacaría del mercado.
Tardías promesas
Decidí viajar un día antes para acompañar a los cultivadores a la reunión concertada, pero la situación de orden público por el paro agrario me impulso a subir en bicicleta para poder bajar al día siguiente sin problemas de transporte. La salida por la ruta hacia Cúcuta se ve enmarcada por los barrios de la comuna Oriental de Bucaramanga que a paso de fotógrafo ciclista denotan en muchos casos la miseria en la que viven algunos desplazados y otros con más fortuna que poco a poco han remodelado sus cambuches a lado y lado de la vía con “material” como se le dice genéricamente en estos barrios a las casas construidas con ladrillo y cemento. El contraste constructivo de estas casas en inestable ladera es abrumador, sobre todo cuando se mira hacia abajo y se ve la ciudad con sus grandes construcciones, avenidas y ensordecedor tráfico.
La vía estaba solitaria, los cientos de trabajadores de la concesión vial trabajaban en diferentes frentes sobre la construcción de la futura doble calzada a Cúcuta. Orientando el incipiente tráfico, recogiendo las botellas plásticas sobre el pavimento reciente, adelantando la construcción de los pilares de un puente, estabilizando la inestable y arenosa ladera de la montaña o recogiendo piedras de los derrumbes.
Tomé un breve descanso alimenticio en la Corcova, dos horas y media después de haber salido y proseguí con mi lento ascenso fotográfico hasta el kilómetro 36, donde encontré unas grandes rocas en medio de la vía que retiré para evitar un accidente. Mi segunda parada de hidratación fue por un anhelado jugo de mora silvestre en el parador de doña Elda en el kilómetro cuarenta. Estaba cercano al medio día y a un me faltaban ocho kilómetros de subida, que por cierto fueron los más duros del trayecto.
Otras cuantas fotos y una nueva parada para comer moras silvestres sin químicos de los arbustos a orilla de la carretera hasta que llegue al último kilómetro de subida para llegar al peaje del Picacho. Seis horas me tomó hacer esos 48 kilómetros de ascenso, pero solo una hora los 14 kilómetros planos restantes hasta Berlín, donde Yorley la nuera de Blanca (mi amiga) y me recibió como siempre con comida para el hambriento. Afortunadamente aún en estos pueblos se conserva la antigua tradición de alimentar siempre a la inesperada visita.
Me dirigí a la casa de Blanca para hablar por horas mientras arreglaba y empacaba unas cuantas ruedas de cebolla de su huerta de media hectárea. Me contó sobre la sorpresiva presencia de la ministra en Berlín la semana anterior y la problemática visita que realizo a su casa, pues algunos campesinos pensaban que ella había realizado algún tipo de ofrecimiento o acuerdo por ellos en su hogar. El ambiente en Berlín estaba tenso por la presencia de infiltrados de Arauca en el páramo quienes citaron a los campesinos a reuniones para adiestrarlos en las pretensiones ante el ente gubernamental. Lograron su cometido de parcializar la región y dividir el pueblo en bandos. Los beligerantes que quieren que todo se arregle por las vías de hecho y los que ya vivieron la historia de la presencia guerrillera en la zona y no desean repetirla.
La angustia estaba apoderada del páramo, la zozobra de las familias era contagiosa, Blanca y su familia me hablaron incluso de dejar todo e irse a vivir a Bucaramanga “a hacer lo que toque”. Desde ningún punto de vista concebía la idea que dejaran su oveja, su huerta, sus pollos y conejos para ir a vivir a Bucaramanga en una pequeña “casa de material” en Morrorico la comuna Oriental. Trate de tranquilizarlos y que esperáramos los resultados de la reunión del día siguiente.
Blanca se levantó muy temprano a atender a su familia y los visitantes inesperados. Preparó arepas corridas, una masa batida de harina de trigo asada sobre tiesto en fogón de leña, acompañada de un guiso de cebolla de su huerta, tomate y sardinas. Nunca había comido sardinas al desayuno, pero esa exquisita combinación se vio reflejada en mi delatador rostro para lo cual Blanca repitió mi porción.
La reunión estaba programada para las nueve de la mañana, los camiones, buses y camperos atestados con campesinos estaban desde las ocho buscando un lugar en la plaza del pueblo custodiado por dos tanquetas de la policía antidisturbios y más de un centenar de policías, militares y agentes del ESMAD. Las delegaciones de las distintas veredas esperaban con sus pancartas alguna noticia de la ministra. Solo hasta las 11:30 de la mañana el gobernador se dirigió hacia los campesinos a informar el retraso de la ministra, que no pudo salir en helicóptero y tendría que subir por tierra ante lo cual algunos campesinos aseveraron: —“Si, viene por tierra, por la tierra, a quitárnosla”.
El agotamiento de la espera empezó a hacer mella sobre los campesinos, el gobernador ofreció algunas bebidas para la gente y Yorley en su casa como siempre atendió a diez invitados adicionales. El acordonamiento a la entrada del pueblo fue efectivo y tan solo pasaron al parque principal los dirigentes de los infiltrados, quien inmediatamente fueron rodeados por los nuevos simpatizantes ideológicos conseguidos en las reuniones anteriores.
El arribo de la ministra del medio ambiente, con un inesperado ministro de agricultura se dio hacia la una y veinte de la tarde, donde se omitieron los saludos protocolarios y se leyeron las angustiosas palabras de la comunidad, para dar paso a unas cortas palabras de los ministros que tranquilizaron a los asistentes y ofrecieron garantías verbales sobre el proceso de delimitación del páramo y la continuidad del trabajo agrícola tradicional en la zona. Los incrédulos campesinos están aún a la espera que todo lo ofrecido quede por escrito -ojalá para antes de elecciones-.
La larga espera frustro a los incrédulos y tranquilizo a los creyentes, quedó la duda si la demora fue una estrategia ministerial para calmar los ánimos de los campesinos a punta de hambre, quienes al final terminaron aplaudiendo las intervenciones de los invitados. Mi descenso hacia Bucaramanga, no fue tan rápido como las palabras de los impuntuales ministros, sobre una húmeda vía que con pésima visibilidad supo hacer honor a su acertado sobrenombre de la “Nevera”.