La ruta olvidada
Antes de la construcción de la vía Panamericana, el paso obligado para ir a Sabana de Torres o de viaje de pesca al río Sogamoso era por la Azufrada, sobre una topografía agreste y boscosa pero virgen en aquel entonces. La Uribe Uribe era el poblado intermedio en la ruta con florecientes negocios y agitada vida de fin de semana. 30 años después no queda sino el recuerdo y muy pocos ancianos nacidos y criados en estas tierras.
Cuajada por Cerveza. Colombia 2014
Aprovechando la situación de tener que llevar el campero Daihatsu F-20 de mi padre a la finca en Puerto Wilches, le pedí el favor a Memo que me acompañara de regreso a Bucaramanga en bicicleta por la antigua ruta de la Azufrada. Calculando algo más de cien kilómetros sabía que por lo menos nos tomaría diez horas de camino con las acostumbradas paradas para fotos y baño.
Panorama diferente
Entregado el carro, pasamos una culinaria jornada de familia en la finca, descansando, bañándonos en el pozo y preparando nuestras bicicletas para la jornada del siguiente día. Antes de las cinco de la mañana ya estábamos levantados organizados y dispuestos a calentar la sopa de arroz con pollo que nos había sobrado, que como no es de extrañar, estaba más rica que el día anterior. La acompañamos con un par de bananos y jugo de naranja. Nos despedimos de mis padres y salimos a las 5:45 am para tomar al amanecer los primeros quince km de pavimento hasta el cruce sobre la panamericana.
Tan solo 45 minutos después ya estábamos sobre la vía destapada que conduce hasta Petrosantander, referencia obligatoria en el camino para realizar el cruce hacia Uribe Uribe. El primer arroyo con bajo caudal del camino nos mostró el inclemente verano que azotaba la zona en esta época del año que debería ser de lluvias. La ruta estaba muy empolvada y solitaria, algunas camionetas de la empresa y un par de motos fueron nuestros únicos acompañantes del camino.
La gran cantidad de válvulas, machines y pozos de la zona hacen que el trazado tenga una innumerable cantidad de alternativas a seguir, por lo que debíamos estar muy pendientes de los pequeños avisos que nos indicaban la ruta hacia Sabana de Torres. Después de un par de kilómetros sobre vías aceitadas llegamos a Petrosantander a refrescarnos con agua helada del kiosco de los trabajadores de la empresa y tomamos un kilómetro adelante el desvió a la derecha hacia Uribe Uribe.
La difícil situación de orden público que azoto esta zona durante muchos años, hizo que el tránsito por esta vía fuera prohibido para los trabajadores de la petrolera y esto sumado a la construcción de la vía panamericana, dejo en completo abandono la vía y el pueblo. Las seguidas y surtidas tiendas sobre la ruta desaparecieron dejando solo sus antiguos avisos. Casas abandonadas, una trocha de difícil tránsito por los gigantes huecos dejados en la vía por la lluvia al lado de parches de lo que alguna vez fuera una vía aceitada que comunicaba a Sabana con Bucaramanga.
Deforestación y gigantescas quemas fueron nuestro preámbulo a la llegada al pueblo, donde paramos en una caseta atendida por una enferma mujer, que ya no hacia empanadas pues no tenía a quien vendérselas y sus adoloridos brazos le impedían hacer los raspados para un par de sedientos ciclistas. En su barra un par de campesinos negociaba con la señora el trueque de cuajada de sus fincas aledañas por cerveza. Era el único intercambio comercial del día domingo en el abandonado pueblo. Solicitamos aceite para lubricar las cadenas y atravesamos el desolado caserío hasta el puente sobre Río Sucio donde tomamos el refréscate baño de nuestra jornada.
La ruta se convirtió en un interminable y polvoriento ascenso sobre la maltrecha vía. Los lugareños nos indicaron que faltaban unas dos horas hasta la vía panamericana y que adelante estaría el tramo más difícil y empinado. Lentamente y con algunas paradas a recoger frutas del camino llegamos hacia la 1:30 pm a la vía pavimentada rumbo a Bucaramanga. Nos rehidratamos más adelante para afrontar los cuarenta kilómetros restantes de los cuales los siete siguientes eran en subida hasta Brisas, sitio destinado para almorzar. El abrazador calor sobre el pavimento y la congestión del tráfico de fin de semana en la vía fueron la constante sobre este aburridor trayecto.
Después de una más que necesaria parada de almuerzo e hidratación continuamos la ruta en travesía hasta Lebrija donde el fresco salpicón de uno de los puestos de fruta marcaría el inicio del descenso hasta Girón y la despedida de Memo hacia las cuatro de la tarde que tomo el desvió por el anillo vial hacia Floridablanca.