Muerte en el golfo

El cadáver desmembrado de una fémina siliconada en las playas de Necoclí, pasó desapercibido para los habitantes costeros de esta zona del golfo de Urabá. Su color de piel podría indicar que llevaba mucho tiempo descendiendo por alguno de los afluentes del río Atrato. La más ardua búsqueda de pistas en la escena del crimen sobre su procedencia en este paraíso se limitó a escasos 100 metros de playa ante el abundante material probatorio.

Hagamos algo.  Colombia 2018

 

El golfo de Urabá tomó ancla en mi mente desde muy niño, en mi época de estudiante de colegio técnico para ser más preciso. Para una de las prácticas de metalmecánica del Salesiano en primero bachillerato, debí hacer un ejercicio con lámina metálica. Sobre un trozo de 3 milímetros de espesor dibujé el contorno del mapa de Colombia para proceder a cortar la silueta con segueta. La infinidad de cortes realizados para quitar pequeñas secciones de material hasta llegar al golfo me tomó muchas horas. Tallé delicadamente la profunda ensenada con la promesa de conocerla algún día. Cuarenta años después pude cumplirla con el sinsabor de encontrar un paraíso maltratado por todo lo que no nos sirve.

El Interrogado

Miguel, un delgado y amble joven paisa en sus treinta y tantos es el administrador del hospedaje Tiki Lounge de propiedad de su familia desde hace 33 años. La antigua platanera de unas cuatro hectáreas de extensión, fue recuperada poco a poco con la siembra de especies nativas. Su familia decidió aprovechar las antiguas construcciones y adaptaron la casa principal de la finca para hospedar a visitantes. Conservaron los pequeños vestigios de mangle para protección del cangrejo azul y construyeron cabañas con madera de pino y teca traída de otros bosques.

Con mucho esfuerzo Miguel y sus empleados se encargan de mantener la playa frente a su propiedad en buen estado, pero año tras año el mar le quita un poco de tierra y les arroja madera producto de la deforestación sobre las márgenes del río Atrato. Para sacar un árbol maderable se deben tumbar hasta diez arboles de madera corriente no aprovechable, el destino de todos los troncos inservibles es el río. La tala indiscriminada de los bosques del Chocó aunada a un fuerte régimen de lluvias en la zona hace que el río se convierta en el canal que limpia estos desechos no maderables llevándolos hasta la playa. Fácilmente se encuentran troncos con huellas de prueba de motosierra, otros perfectamente aserrados pero la gran mayoría es inservible incluso para cocinar pues no tiene el poder calorífico suficiente y solo produce humo.

 

Cielo en problemas

Como en una escena de Dante entre lo paradisíaco y lo abrumador, la playa mostraba el contrastante cielo azul con nubes blancas, damas tomando el sol en su fina arena e hidratándose con agua purificada, embotellada, repagada y transportada.

A unos cuantos metros otra dama, pasada de sol, era una muñeca plástica sin brazos ni piernas y que algún día pudo ser de algún tono de color amarillo, reflejaba el paso del tiempo sobre los consistentes materiales plásticos que solo pierden un poco de color por el efecto de los rayos UV, pero completamente intactos molecularmente. Ante él que hubiera podido ser un simpático hallazgo en otros tiempos, se convirtió en un nefasto encuentro, solo basto alzar la mirada y ver que la muñeca no estaba sola. La grisácea tonalidad de la arena estaba invadida por los arrumes de madera que hacían parte del paisaje sobre la playa pero con coloridos intrusos no biodegradables.

En tan solo cien metros de playa recolecté 58 contenedores de todos los tamaños y colores predominando las botellas de agua y bebidas, 43 piezas de calzado en su mayoría del pie izquierdo, indicando con toda seguridad que la del pie compañero esta en alguna palera del río esperando el empujón de una nueva creciente o en otro lado de la playa.

El triste balance de este pequeño trabajo de arqueología del plástico es que por cada metro de costa tenemos un objeto plástico en la playa, y según el World Resources Institute somos el país número 41 con 5.875.000 metros de costa, así que hagamos cuentas y esperemos que no todas las playas de Colombia tengan el comportamiento del mar en el golfo, pero pensemos en como tratamos a los demás ríos de nuestro país y preocupémonos por lo que no flota.